VOLADIZOS VOLÁTILES
 Casa Breuer nº 2. New CanaanConnecticut, 1947-48. 
Marcel Breuer
Breuer, para su segunda casa americana, quería tal vez cambiar algunas cosas que no le gustaban de la primera, construida diez años antes. La localización de la nueva casa en el lujoso vecindario de New Canaan le permitía, por ejemplo, dejar de tener como vecino a Gropius, con quien había roto en 1941. Además, Breuer quería una casa flotante, separada del húmedo suelo y que, como el puente de un barco, se elevase sobre el terreno y tuviese amplias vistas, abiertas al paisaje circundante. Para ello, colocó sobre un zócalo de hormigón una casa de madera, en forma de prisma rectangular alargado con voladizos en sus extremos de tres metros.
El problema surgió cuando de uno de esos voladizos quiso colgar otro voladizo, una terraza sustentada por cables, con una longitud de 3,60 metros. Esta terraza es una especie de versión a escala doméstica del impresionante voladizo atirantado del proyecto no realizado de Hannes Meyer para la Peterschule de Basilea, que Breuer admiraba. Los voladizos, por otro lado, juegan un importante papel en los diseños de muebles tubulares que hizo Breuer en los años veinte.
En esta terraza vemos a Constance y Marcel Breuer, ambos sonrientes. Breuer estaba de vuelta de Sudamérica, y parece el confiado y orgulloso capitán en la cubierta de su barco, sentado a la mesa con una bella pasajera, que se protege del sol con un sombrero chino. El paisaje que se domina al fondo, en lugar del azul del mar, es de verdes praderas.
Aunque la terraza era una estructura muy ligera, con antepechos y suelo de simples tablones de madera, acabó arrastrando en su deformación a las paredes, techo y suelo de ese extremo de la vivienda. Los daños obligaron a apuntalar los dos voladizos, el del extremo de la caja de madera y el de la propia terraza, con sendos muros de mampostería. El barco ya no flotaba, sino que finalmente había encallado en las rocas.